sábado, 8 de mayo de 2010
BICENTENARIO DE LA REVOLUCION DE MAYO DE 1810

Bicentenario de Revolución de Mayo de 1810
El próximo 25 de mayo de 2010 la hermana República de Argentina celebra el bicentenario del derrocamiento de Baltasar Hidalgo de Cisneros, el último virrey español del Río de la Plata. Aquel histórico día el pueblo de Buenos Aires vio nacer el primer gobierno de Argentina independiente, el único de Sudamérica que logró resistir la arremetida de las fuerzas reaccionarias coloniales en la década de 1810.

Ya en 1776, Buenos Aires había se había independizado del Virreinato del Perú, al convertirse en la capital del nuevo Virreinato del Río de la Plata, y dos años después fue favorecido con el Decreto de Libre Comercio, que le permitió el intercambio directo con España. Pero el entusiasmo de los criollos se disipó rápidamente al ver que las reformas del rey Carlos III incluían dar preferencia a los españoles en los nuevos cargos burocráticos y los privilegios comerciales. Los criollos de clase alta se atrincheraron en el Cabildo, y en su seno madurarían las conspiraciones patriotas a comienzos del siglo XIX.
La oportunidad de demostrar su capacidad de organización y lucha llegó en 1806, cuando Buenos Aires fue atacada e invadida por los ingleses. Mientras el virrey Rafael de Sobremonte huía con muchos chapetones hacia el interior, los criollos combatieron al lado del francés Santiago de Liniers, logrando derrotar y expulsar a los invasores. En 1807, los volvieron a vencer. El pueblo bonaerense se organizó en milicias armadas convenientemente para enfrentar nuevas arremetidas. El jefe de estas tropas criollas era Cornelio Saavedra, futuro protagonista de la Revolución de Mayo de 1810.

En 1809, la Junta Central de Sevilla envió como nuevo virrey a Baltazar Hidalgo de Cisneros, quien ordenó la desmovilización de las milicias y el restablecimiento del monopolio comercial español, pero los criollos rechazaron ambas medidas. Mantuvieron sus tropas armadas y presionaron por la tolerancia de comercio con Inglaterra, que ahora era aliada de la Junta Central de España en la guerra contra Napoleón. El virrey, consciente de la debilidad de sus fuerzas y sin esperanza de recibir ayuda de la metrópoli, aceptó las demandas de Buenos Aires.

Por algunos años, los rioplatenses utilizaron la “máscara de Fernando”; es decir, decían reconocer a Fernando VII como su legítimo monarca. Pero en la práctica, combatieron todos los intentos de restaurar el colonialismo. En 1816, en el Congreso de Tucumán, los argentinos declararon su independencia, levantando las banderas de la libertad sudamericana. Sabían que grandes dificultades y conflictos internos les aguardaban, pero estaban decididos a mantenerse libres de cualquier dominación extranjera, para siempre.
