domingo, 20 de junio de 2010

BREVE BIOGRAFIA DE JUAN SANTOS ATAHUALPA

Busto de Juan Santos Atahualpa en el Panteón de los Próceres, en Lima.
Fotógrafo: Arturo Gómez Alarcón.

Breve biografía de Juan Santos Atahualpa

Juan Santos Atahualpa nació en el Cusco, hacia 1710. Fue un mestizo descendiente de la nobleza incaica. Estudió en el Colegio de Caciques San Francisco del Cusco, destacando en la asignaturas de castellano y latín. En su juventud, fue llevado por sus maestros jesuitas a España y África (Angola). Al regresar, proyectó la independencia del Perú, planeando expulsar a los españoles y restaurar el Tahuantinsuyo. Se dirigió a la región del Gran Pajonal (Selva Central) donde los nativos estaban hartos de la opresión española al que eran sometidos después de ser evangelizados por los franciscanos.

Juan Santos se alió con curacas del río Perene, sobre todo con los ashaninkas, shipibos, piros y shiriminques. Prometiendo “componer su reino” y coronarse en Lima, arengó a sus guerreros en Quisopango (cerca de Chanchamayo). En Lima, el virrey Marqués de Villagarcía ordenó que los gobernadores de Tarma y Jauja repriman a los rebeldes y capturar a su líder, pero ambos fracasaron. Desde 1745, el virrey Conde de Superunda, envió varias expediciones punitivas a la zona rebelde, pero también fracasaron. Entonces ordenó fortificar los pueblos cristianos cerca de la frontera para defenderlas de las avanzadas rebeldes.

Mientras tanto, el Inca organizó un gobierno en el territorio liberado y preparó sus fuerzas para acometer sobre Tarma y Jauja, pasos previos rumbo a la toma de Lima, la capital del Perú. En 1752, Juan Santos Atahualpa avanzó rumbo a Jauja y logró tomar Andamarca, pero, alertado de la cercanía de nuevas tropas coloniales se replegó hacia sus bastiones en el Gran Pajonal. El Inca optó por mantenerse a la defensiva mientras alistaba una nueva incursión a la sierra central.

Pero en 1756 el general Pablo Sáenz, a la cabeza de buen número de tropas, logró llegar hasta Quimiri sin recibir ningún ataque de los nativos. Esto hizo suponer a los españoles que Juan Santos Atahualpa había muerto. En los años siguientes los frailes franciscanos recogieron la versión que señala que “lo habían muerto los suyos”, y que su cuerpo desapareció “echando humos”.