martes, 29 de abril de 2008

CONFERENCIA DE LACKAWANNA -1880

Fuente: Boliviaweb

Después de las victorias de Chile en Tacna y Arica, y cuando las fuerzas de este país se preparaban para marchar hacia Lima, el Ministro Osborn ofreció una iniciativa de buenos oficios del Gobierno americano para solucionar en forma negociada el conflicto del Pacífico. La iniciativa fue aceptada por Chile y posteriormente por los países aliados, cuyos Representantes, junto a los tres Ministros americanos, se reunieron en octubre de 1880, a bordo del buque "Lackawanna", fondeado en Arica.

Se efectuaron tres sesiones los días 22, 25 y 27 de octubre respectivamente. En la primera sesión, la Delegación chilena, luego de los actos procedimentales, presentó siete condiciones esenciales para la paz, las mismas que eran: primero, la cesión a Chile de los territorios de Antofagasta y Tarapacá; segundo, pago a Chile de una indemnización de veinte millones de pesos oro, de los cuales cuatro serían en efectivo; tercero, devolución de todas las propiedades chilenas confiscadas en el Perú y Bolivia; cuarto, devolución del transporte Rimac; quinto, abrogación del Tratado Secreto de Alianza entre Perú y Bolivia; sexto, retención por parte de Chile de los territorios de Moquegua, Tacna y Arica hasta haberse cumplido las condiciones anteriores y; séptimo, obligación por parte del Perú de no artillar el Puerto de Arica una vez que este le sea devuelto y comprometerse a que sea utilizado únicamente como puerto comercial.

En la segunda sesión, el Delegado peruano Antonio Arenas rechazó los planteamientos de Chile, porque su país no reconocía la ocupación militar como título de dominio, lo contrario dijo, sería aceptar un principio peligroso para la América. el Representante chileno, Eulogio Altamirano, respondió que su país aceptó la guerra como una necesidad dolorosa, lanzándose a ella sin pensar en sacrificios y con el deseo de lograr una paz sólida, reparadora de esos sacrificios. Añadió que los casos de rectificación de fronteras eran numerosos en la historia contemporánea y que la pretendida conquista de Chile se había efectuado únicamente en territorios fecundados por el trabajo y capital chilenos, razones que hacían inevitable avanzar la línea de frontera.

El Representante boliviano Mariano Baptista, afirmó que las declaraciones del señor Altamirano imposibilitaban toda solución en búsqueda de la paz. Expresó la total solidaridad de su país con la posición peruana y rechazó enérgicamente el principio de adquisición territorial por la fuerza, ya sea bajo los nombres de avance, cesión, adquisición o conquista. Sugirió finalmente que, con la ayuda de los representantes americanos, se podía buscar un marco de discusión en el que tuvieran cabida otros medios conciliatorios.

Otro Representante peruano, Aurelio García, entre otras consideraciones, planteó la necesidad de un arbitraje a cargo de los Estados Unidos, basándose en las palabras de buenas disposición expresadas por los enviados americanos y en la Doctrina Monroe.

Los Representantes de Chile, Lillo y Vergara, rechazaron la idea del arbitraje planteando que el mismo hubiera sido aceptable antes de la guerra, pero no como un acto posterior a ella. Lillo añadió que Chile aceptaba las ideas de fraternidad americana presentadas por el Delegado Baptista y que dentro de ese espíritu Chile tampoco aceptaba el derecho de conquista, pero había que entender que su país requería la justa compensación a los esfuerzos hechos en la fatal contienda destinada a proteger a la población chilena que había llevado el progreso a las regiones en disputa.

Juan Carrillo, Representante boliviano, refutó los argumentos de los representantes chilenos y recordó que el arbitraje internacional era un elemento legítimo y junto con Baptista aceptó a nombre de Bolivia que Chile mantuviera fuerzas de ocupación hasta que el tribunal arbitral encontrara soluciones a todos los problemas.

El Ministro Osborn, intervino para clarificar que el Gobierno de los Estados Unidos no buscaba ser árbitro en esta cuestión, y no dudaba que el Gobierno americano aceptaría el cargo si se le pedía debidamente por lo tres países. El enviado chileno afirmó que le era muy doloroso rechazar el arbitraje, aún más si el Gobierno de los Estados Unidos sería el encargado del mismo.

En la tercera sesión, los Representantes de Chile plantearon que no podían modificar las condiciones de paz presentadas en la primera reunión. Los representantes peruanos declararon que ellos tampoco podían presentar nuevas ideas y habiendo propuesto el arbitraje, este también fue rechazado por Chile, de manera que una vez más la responsabilidad de la guerra no pesaría sobre el Perú, que buscó llegar decorosamente a la paz. Los Delegados bolivianos reiteraron que consideraban la situación clara: los aliados no aceptaron las condiciones de Chile y este país rechazó el arbitraje planteado por los aliados, tampoco se aceptó la proposición individual de Bolivia sobre una administración temporal de los territorios por Chile para resarcirse de los costos de la contienda. En consecuencia, lamentaban la falta de acuerdos en esta mediación americana. El Ministro Osborn a nombre de los tres diplomáticos americanos deploró la falta de resultados conciliadores y pacíficos en la Reunión y declaró que juzgaba que este fracaso causaría pésima impresión al Gobierno y pueblo de Estados Unidos.(12)

El fracaso de las negociaciones en el Lackawanna repecurtió negativamente en los tres países y también en la opinión hemisférica. el Ministro Osborn fue amonestado por el secretario de Estado al haber hecho fracasar la posición del arbitraje destinado a buscar la paz. Los Ministros de Relaciones Exteriores de Chile, Perú y Bolivia emitieron circulares explicando la posición de sus Cancillerías ante el fracaso de las negociaciones en el Lackawanna. La circular chilena, es interesante mencionar, buscaba explicar los siete puntos de su propuesta original. Con referencia a la séptima condición, Chile hacía notar que el Puerto de Arica era el puerto comercial natural de Bolivia y que en interés de defender esa libertad comercial, Chile exigía al Perú que Arica fuera desartillada.

Chile, en forma paralela a las negociaciones del Lackawanna, trató nuevamente de lograr un acuerdo directo con Bolivia. El Representante chileno Eusebio Lillo, le propuso a Mariano Baptista un acuerdo que significaba por una parte la cesión definitiva de Antofagasta a Chile; y por otra Chile ofrecería a Bolivia un puerto en la zona del norte, probablemente Moquegua, ya que para pagarse los costos de la guerra, Chile posiblemente también se quedaría con Tacna y Arica. Bolivia declinó traicionar a su aliado y negociar individualmente una solución. A este respecto, el Ministro americano acreditado en La Paz, informó a Washington que:

"El principal propósito de los chilenos en sus conversaciones privadas con los bolivianos, que estos últimos me hicieron conocer confidencialmente, fue el de romper la alianza entre Perú y Bolivia y lograr que este último país se comprometa a una nueva alianza con Chile, inducidos a esta acción con la promesa de compartir las conquistas del territorio a realizarse; me complace decirle que tal perfidia y deshonor nacional no fue consumado; y si me hubiera consultado sobre este asunto, habría declarado enfáticamente que tal procedimiento, no importa cuán beneficioso fuera para Bolivia, mi Gobierno y sin duda el mundo entero, lo habría considerado como una de las transacciones más infames de la historia".(13)