martes, 9 de septiembre de 2008

EL GOBIERNO DEL GENERAL VELASCO

El gobierno del general Juan Velasco Alvarado

Autor: Renato Merino

En octubre de 1968 el general Velasco Alvarado asaltó la casa de gobierno para destituir al entonces democrático gobernante Belaúnde Terry. Este golpe de estado se produjo en medio de una tormenta política, debido a la renuncia del gabinete ministerial ante el escándalo que generó los acuerdos firmados con la IPC; así como en medio de los fracasos económicos que ostentaba el régimen. De esta manera se dio inicio al denominado Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas que duró doce años. Velasco, quien gobernó el Perú de 1968 a 1975, inició un proceso de reformas radicales buscando sacar el país del subdesarrollo. Los militares entendían nuestra dependencia económica como la principal causa del atraso del país. Es necesario recordar que las medidas que tomó Velasco estaban “pagando” una especie de “deuda histórica” dejada como “herencia” por el fracaso de la oligarquía tradicional y de los modernos burgueses encarnados en el proyecto belaundista. No podemos perder de vista que muchos de los principales políticos e intelectuales de la época apoyaron - directa o indirectamente - la dictadura velasquista, cobijándose bajo el manto protector de un gobierno autoritario.

El proyecto militar visto en perspectiva diacrónica representó un fracaso; sin embargo, es necesario tomar en cuenta que las reformas iniciadas por Velasco fueron desmontadas a partir de 1975 por su sucesor - el también general - Francisco Morales Bermúdez, cuyo gobierno otorgó mayores espacios para situaciones democráticas siendo influenciado por algunas tendencias liberales. También es necesario señalar que se produjo una crisis capitalista a escala mundial frente a la cual nuestro siempre prístino Estado ostentaba pocas posibilidades. Esto no es una característica privativa del gobierno militar pues diferentes gobiernos civiles y democráticos han colapsado frente a contextos similares.

El general Velasco desarrolló un discurso nacionalista que tomó como matriz la reivindicación del campesino. Además evidenció una personalidad fuertemente autoritaria y caudillesca, sin embargo gozó de gran apoyo popular e intelectual. Su discurso nacionalista fue construido como respuesta al poder que ejercían los sectores conservadores de la oligarquía, que marginaban y excluían de las cuotas de poder a los sectores urbano marginales y a las poblaciones indígenas. De igual manera se hizo evidente la necesidad de salvar y ordenar el país frente a los riesgos que la situación del campo generaba.

En otros términos, la revolución se encontraba a la “vuelta de la esquina”, por lo tanto era necesario el caudillo providencial que impidiera los excesos que todo orden social puede tolerar. La imagen de hombre fuerte proyectada por Velasco fue muy popular entre la población y su programa nacionalista, colectivista e indigenista fue asumido por los más destacados políticos e intelectuales de la época como la materialización de la utopía republicana. Otra vez el líder autoritario y providencial a la cabeza de un proyecto que construye y defiende la nación.