martes, 1 de julio de 2008
MIGUEL IGLESIAS Y EL APOYO CHILENO
Fuente: Renzo Babilonia - Domingo de La República
ENTREVISTA A PATRICIO LYNCH EN 1883
IGLESIAS
Entonces el Almirante continuó con mucho énfasis: Al fin un valiente militar y un patriota bien intencionado, el general Iglesias, se ha presentado para redimir su país. Le damos toda clase de auxilios; le damos dinero y armas; derrotamos a sus enemigos y le damos prestigio. ¿Con qué objeto? Para que pueda venir la paz
Después añadió: Hemos evacuado el Norte del Perú; hemos dado al gobierno de Iglesias la valiosa Aduana de Salaverry (puerto de Trujillo) y sólo por razones de humanidad no sacamos a nuestras tropas de otros muchos lugares porque las poblaciones quedarían saqueadas sin piedad por merodeadores peruanos, si las evacuáramos.
Aquí el Almirante encendió otro cigarro y continuó:
Ahora o nunca, tiene que establecer el Perú un Gobierno moderado y honrado, y es de esperar que lo que ha sobrevenido podrá ser una lección útil a los peruanos para saber disciplinarse.
En cuanto a mí –continuó el Almirante–, si Ud. me permite hacer una observación personal, relativa a mi observación personal, relativa a mi administración en este país, le diré que nunca he traspasado los límites de lo que me obligaba, un deber doloroso, pero ineludible: y nunca he olvidado que no soy únicamente soldado chileno, sino que yo, como el enemigo, somos del mismo barro.
ENTREVISTA A PATRICIO LYNCH EN 1883
IGLESIAS
Entonces el Almirante continuó con mucho énfasis: Al fin un valiente militar y un patriota bien intencionado, el general Iglesias, se ha presentado para redimir su país. Le damos toda clase de auxilios; le damos dinero y armas; derrotamos a sus enemigos y le damos prestigio. ¿Con qué objeto? Para que pueda venir la paz
Después añadió: Hemos evacuado el Norte del Perú; hemos dado al gobierno de Iglesias la valiosa Aduana de Salaverry (puerto de Trujillo) y sólo por razones de humanidad no sacamos a nuestras tropas de otros muchos lugares porque las poblaciones quedarían saqueadas sin piedad por merodeadores peruanos, si las evacuáramos.
Aquí el Almirante encendió otro cigarro y continuó:
Ahora o nunca, tiene que establecer el Perú un Gobierno moderado y honrado, y es de esperar que lo que ha sobrevenido podrá ser una lección útil a los peruanos para saber disciplinarse.
En cuanto a mí –continuó el Almirante–, si Ud. me permite hacer una observación personal, relativa a mi observación personal, relativa a mi administración en este país, le diré que nunca he traspasado los límites de lo que me obligaba, un deber doloroso, pero ineludible: y nunca he olvidado que no soy únicamente soldado chileno, sino que yo, como el enemigo, somos del mismo barro.
Etiquetas: GUERRA CON CHILE, PRESIDENTES DEL PERÚ, SIGLO XIX