jueves, 3 de julio de 2008

LA BATALLA DE ACUCHIMAY

Arnaldo Panizo versus Andrés Avelino Cáceres *

El enfrentamiento se originó por la negativa de Panizo de secundar las ideas políticas de Cáceres y por la obstinación del general de someter al Ejército del Sur. Cáceres cuidó mucho de no dar aviso a Panizo de su venida a Ayacucho. El Ejército del Sur firma un acta desconociendo a Cáceres. Panizo no la firma, cumpliendo su palabra de esperar su reemplazo pero igual se la remite.

Citemos lo que nos dice el historiador Jorge Basadre sobre esta batalla:

“…Al aproximarse Cáceres a Ayacucho con sus diezmadas huestes, parte de las indiadas de esa ciudad, las del barrio de Carmenca, se le unieron. Panizo ocupó las alturas del cerro de Acuchimay. Los disparos anunciando el combate entre peruanos, en medio de la guerra contra el enemigo común, empezaron el miércoles de ceniza el 22 de febrero de 1882 al combatir las fuerzas de Cáceres contra las que bajaron del cerro; una y otra parte se inculparon por haberlos iniciado. Al empezar la refriega un batallón se sublevó a Panizo matando al coronel Rivera Feijoo y al segundo jefe, Comandante Zagal y dispersándose en seguida. Empezaron también a escucharse descargas en la población.

Cáceres escaló a caballo el Acuchimay con su escolta. Cuenta un testigo de lo que entonces ocurrió por haber pertenecido al bando de Panizo, el coronel Juan Vargas Quintanilla (en carta publicada en el opúsculo El coronel Arnaldo Panizo y el Combate de Acuchimay), que este no quiso disparar en esos momentos porque dijo: “Al fin es general peruano”. Después de breves palabras con mutuas recriminaciones, sigue narrando Vargas Quintanilla, diversos jefes, oficiales y soldados adversarios habían ya subido al Acuchimay a rendirse. Según Cáceres en sus memorias, después de escalar el cerro y al encontrarse frente a Panizo que estaba rodeado de otros jefes y oficiales, 300 individuos de tropa formados en columna y 4 piezas de artillería, alcanzó a ver a un corneta que había servido a sus órdenes en Tarapacá y le dijo: “¿También tu traicionas a tu general?,. ¡Viva el Perú! El soldado repuso: “Nos han engañado general” y dio también un estentóreo viva el Perú coreado por la tropa que así se plegó al caudillo. Las fuerzas de Cáceres no llegaban a 500 hombres; Panizo había estado mandando a unos 1500 (22 de febrero de 1882). Panizo y algunos de sus jefes fueron sentenciados por un consejo de guerra; pero Cáceres los hizo poner en libertad…” “…Parece que el plan de este caudillo (Cáceres) consistió en que parte de sus huestes aparentara que se rendía para de esa manera rodear a Panizo y deponerlo mediante un golpe sorpresa...”…” En el caso de Panizo no hubo el obedecimiento a las órdenes de una autoridad suprema. Combatiente pundonoroso en las campañas de acababan de efectuarse, fugado de Lima para ir a la sierra, su actitud no era de pacifismo ante los chilenos. Carecía por otra parte de ambiciones políticas…”…”En suma, este desgraciado episodio, en el que no hubo ánimo nefando, es una expresión de las lamentables consecuencias de la quiebra del Estado organizado que se había producido en el Perú y de la confusión espiritual que desconcertaba a muchos peruanos de buena fe en aquella época patética…”

La historia la escribe los que ganan y sobre este hecho en particular echaron al olvido injustamente al coronel Panizo, militar de brillante trayectoria que nunca fue borrado del escalafón militar. Entender el caudillismo que se originó por el quiebre moral, producto de las constantes derrotas y los planes de Chile es una tarea que es necesario profundizar para no volver a cometer los mismos errores.

Es nuestra intención, como mencionábamos al principio, presentar la otra versión de los hechos y esperamos que en un futuro cercano, nuestros historiadores puedan ofrecer, así como en este suceso, un profundo estudio de la pasada guerra del 79 más acorde a la realidad, con fuentes a la vista y libre de pasiones políticas que han afectado a tantos personajes hasta hoy olvidados.

* Fuente: Con nuestro Perú

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martes, 1 de julio de 2008

EXPOLIACIONES CHILENAS EN LA GUERRA DEL PACÍFICO

Fuente: Renzo Babilonia - Domingo de La República

ENTREVISTA A PATRICIO LYNCH EN 1883

LA POLÍTICA DE LA EXPOLIACIÓN

Una vez terminada la entrevista, y a pesar de la evidente simpatía por el almirante Lynch que profesaba el autor, que era el corresponsal en Lima del New York Herald, se incluye un análisis de la situación en aquel momento de la Guerra del Pacífico en los siguientes términos:

En las tres campañas de Tarapacá, Tacna y Lima ha habido un salvajismo de parte de la soldadesca chilena, que por cierto no reprimió la oficialidad, que era quizás incapaz para reprimir. Algunos de los oficiales la excitaban.

Después de la ocupación de Lima, el sistema de expoliaciones fue perseguido de un modo tan deliberado que legítimamente se puede estigmatizar con el nombre de sistema político.

La desgracia de Chile es que no puede desmentir ese testimonio. Los hechos son demasiado evidentes para cualquier observador. Los están afrontando en los recuerdos militares; los muertos en cada campo de batalla; las desmoronadas murallas de Chorrillos y Miraflores; las salas vaciadas y jardines expoliados de Lima también están afrontando en el rostro de los de Chile… podrían citarse otros muchos ejemplos de expoliación pero los que he citado son suficientes para dar a conocer una faz de esa larga guerra que no honra a los vencedores.

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MIGUEL IGLESIAS Y EL APOYO CHILENO

Fuente: Renzo Babilonia - Domingo de La República

ENTREVISTA A PATRICIO LYNCH EN 1883

IGLESIAS

Entonces el Almirante continuó con mucho énfasis: Al fin un valiente militar y un patriota bien intencionado, el general Iglesias, se ha presentado para redimir su país. Le damos toda clase de auxilios; le damos dinero y armas; derrotamos a sus enemigos y le damos prestigio. ¿Con qué objeto? Para que pueda venir la paz

Después añadió: Hemos evacuado el Norte del Perú; hemos dado al gobierno de Iglesias la valiosa Aduana de Salaverry (puerto de Trujillo) y sólo por razones de humanidad no sacamos a nuestras tropas de otros muchos lugares porque las poblaciones quedarían saqueadas sin piedad por merodeadores peruanos, si las evacuáramos.

Aquí el Almirante encendió otro cigarro y continuó:

Ahora o nunca, tiene que establecer el Perú un Gobierno moderado y honrado, y es de esperar que lo que ha sobrevenido podrá ser una lección útil a los peruanos para saber disciplinarse.

En cuanto a mí –continuó el Almirante–, si Ud. me permite hacer una observación personal, relativa a mi observación personal, relativa a mi administración en este país, le diré que nunca he traspasado los límites de lo que me obligaba, un deber doloroso, pero ineludible: y nunca he olvidado que no soy únicamente soldado chileno, sino que yo, como el enemigo, somos del mismo barro.

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EXIGENCIAS DE CHILE PARA LA PAZ

Fuente: Renzo Babilonia -Domingo de La República


ENTREVISTA A PATRICIO LYNCH EN 1883

LOS OBSTÁCULOS DE LA PAZ

–Pero –observé yo–, Lima cayó en poder de Chile el 17 de enero de 1881, y hoy día estamos a 13 de agosto de 1883.

–La triste condición financiera del Perú, su no cumplimiento de contratos con sus acreedores mucho antes de la guerra y su consiguiente descrédito, hacían que todo proyecto de indemnización a Chile que no fuera basado sobre una cesión de territorio, no fueran sino palabras vanas. Por consiguiente, mientras el Perú declaraba que no estipularía una cesión de territorio, tal declaración cerraba prácticamente la única salida posible para un arreglo: incluía el abandono de toda idea de paz.

El Almirante añadió: Chile, en las condiciones que exigía, no hacía más que seguir los antecedentes de los Estados Unidos en sus arreglos con Méjico hace 35 años y con el antecedente más reciente, el de Alemania respecto a Francia.

–Pero, señor Almirante –pregunté–: ¿El importe de lo que se saca del Perú no excede a los gastos que exige la ocupación militar?

–No, no excede –contestó él–. Sé que se dice que el Tesoro Chileno reporta ventajas pecuniarias de la ocupación; pero puedo asegurar que esto es un error, y que si se toman en consideración todos los gastos que la ocupación impone, se verá que dicho Tesoro aumenta una pérdida con cada día de ocupación.

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LOS CUPOS DE PATRICIO LYNCH EN LIMA

Fuente: Renzo Babilonia - Domingo de La República

ENTREVISTA A PATRICIO LYNCH EN 1883

CONTRIBUCIONES Y CUPOS

–Pero señor Almirante –interrumpiéndolo–, hay evidentemente muchas contribuciones introducidas por las autoridades chilenas de las que se quejan los peruanos.

–A primera vista, las fuertes contribuciones que han sido colectadas, así como los cupos que han sido exigidos, en ciertos círculos, pueden ser considerados, lo confieso, como crueles o injustos; pero hay que tener presente que, tuvieron un doble objeto: primero, obligar a los peruanos a que vuelvan en sí y que traten sobre la paz de un modo serio; y segundo para ayudar a nuestros fuertes gastos y evitarnos la necesidad de aumentar después nuestros reclamos en los futuros arreglos con el Perú. Nuestro objetivo ha sido siempre una pronta paz y en las condiciones más suaves de las que corresponden a nuestras victorias y sacrificios.

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PATRICIO LYNCH EN LIMA

DESCRIPCIÓN DE PATRICIO LYNCH
Renzo Babilonia *

Al momento de conocer a Patricio Lynch, el corresponsal norteamericano lo describió de la siguiente manera:

A pesar de tener más de sesenta años el Almirante, tiene un semblante tan elástico, una cara tan poco arrugada y gastada y maneras tan poco afectadas, que es imposible atribuirle su edad, ni con quince años de diferencia. Su cabello corto y negro no está todavía mezclado con canas, ni tampoco su tupido y recortado bigote, y sus negros ojos son tan vivos como en la juventud. La elegancia de su figura produce una impresión, que hace creérsele más alto de lo que en realidad es. Lo encontré esa mañana llevando el uniforme de la marina chilena (que se asemeja al nuestro) y sentado delante de su escritorio.

Preparando su cigarrillo y moviendo un montón de documentos que cubría la mesa, dirigió su atención hacia el borrador de una carta que en el vapor pasado había dirigido al señor don Joaquín Godoy, ministro de Chile en Washington, relativo a la batalla de Huamachuco y sus probables consecuencias políticas.

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OCUPACIÓN CHILENA DE LIMA

Renzo Babilonia *

El corresponsal, cuyo nombre no quedó consignado junto al texto, comienza su artículo explicando cómo se vivía en Lima en aquellos días. Afirmaba que para muchos militares y personal civil chileno el tener que abandonar el Perú sería algo que podrían inclusive lamentar.

Puede ser, respecto a la horda de empleados civiles chilenos que están apercibiendo los derechos municipales o de Aduana, que pocos de ellos son de mucha capacidad y que difícilmente podrían ganar en su país lo que obtienen en el Perú, que consiguen cincuenta o setenta y cinco por ciento más de lo que se paga en Chile por iguales "colocaciones" y que estarán apurados para conseguir empleos cuando cesen sus actuales ocupaciones.

Y puede ser que respecto a los quince mil hombres que Chile mantiene al norte de Arica, el hecho de que se les dá "gratificaciones" votadas con liberalidad, en adición a la paga ordinaria; que el servicio de guarniciones, es agradable; que las expediciones al interior, tan duras (como la última contra Cáceres) a las que el almirante Lynch les obliga a veces, no son de frecuente ocurrencia.

* Fuente: Domingo de La República

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sábado, 28 de junio de 2008

QUÉ ERA EL SALITRE Y CÓMO SE ENCONTRABA

Renzo Babilonia *

¿Qué era el salitre y cómo se encontraba y explotaba? Tal vez el más indicado para explicarlo sea Antonio Raimondi. En su libro "El Perú" da cuenta de su viaje a Tarapacá, todavía provincia peruana en aquel entonces (1853) y explica la extracción y purificación del salitre:

"La extracción y purificación del nitrato de soda (salitre) constituye el trabajo de todos los habitantes de este lugar (el pueblo de La Noria).

Los terrenos que contienen el salitre se llaman allí calicheras porque caliche es el nombre que se da al salitre en bruto. Este caliche se encuentra en una capa que varía de espesor en los diferentes lugares, siendo de pocas pulgadas en algunos y hasta de cuatro varas en otros; está casi siempre debajo de una capa de arena llena de fragmentos de rocas ordinariamente feldespáticas, cuyo espesor también varía, pudiéndose considerar de un pie, como término medio".

*Fuente: La República

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