sábado, 26 de julio de 2008
VIRREY JOAQUIN DE PEZUELA
JOAQUÍN DE PEZUELA, virrey del Perú entre 1816 y 1821
Nacido en Naval (Aragón) en el seno de una familia oriunda de Santander, el penúltimo virrey del Perú siguió una carrera militar convencional como oficial de artillería en España, ascendiendo desde el ínfimo rango de subteniente en 1778 (luego de tres años como alumno del Colegio de Artillería de Segovia) al de coronel en 1794; su servicio activo en la península comprendió la participación en 1782 en el infructuoso asedio de Gibraltar, y la campaña contra los franceses en Navarra y Guipúzcoa en 1793-1794. Su experiencia americana data de 1804, cuando llegó a Lima para reorganizar y comandar la artillería virreinal, un papel que involucraba establecer talleres para la fabricación y el mantenimiento de los cañones, así como el entrenamiento de la tropa. Profundamente hostil, al igual que Abascal, al régimen liberal de la España peninsular, en especial después de promulgarse la constitución de Cádiz en 1812, Pezuela se encontró a sí mismo en la posición algo paradójica de que, con el estallido de la rebelión abierta en el Alto Perú en 1810, se vio forzado a combatir los conatos revolucionarios en parte con la promesa de efectuar cambios constitucionales en el sistema imperial.
Ascendido a brigadier en 1811, recibió de Abascal el mando supremo del ejército del Alto Perú en abril de 1813, lo que le permitió concentrarse exclusivamente en soluciones militares y le consiguió victorias importantes en Vilcapugio y Ayohuma sobre la fuerza expedicionaria llevada desde Buenos Aires por Manuel Belgrano, y aún más decisivamente sobre José Rondeau en Viluma (en noviembre de 1815). Ascendido a mediados de 1816 para suceder al ya viejo Abascal (a sus 55 años, Pezuela era relativamente joven para lo que se acostumbraba en el Perú) en el mucho más difícil cargo de Virrey, que requería cualidades algo más sutiles de las que había mostrado durante su carrera militar, Pezuela tuvo dificultades no sólo para adaptarse a su nuevo papel sino también para hacer frente a problemas financieros y estratégicos cada vez más complejos.
Habiendo fracasado ya en 1817 al no enviar suficientes fuerzas con que defender a Chile de la expedición trasandina de José de San Martin-posiblemente debido a su preocupación por mantener una fuerte presencia militar en el Alto Perú-, también respondió letárgicamente en 1820, al desembarcar la expedición libertadora llegada desde Chile. Los factores que llevaron a su deposición como virrey en enero de 1821 a manos de los principales oficiales del ejército realista se examinan detalladamente en el capítulo 6 (Libro: El Perú Borbónico), y no hay necesidad de repetirlos aquí. Lo que sí es significativo es que la guerra de propaganda que él desatase contra La Serna no bien hubo llegado a Madrid, publicando una refutación de los cargos que se le habían hecho en Aznapuquio, dividió profundamente a la opinión pública en el Perú y España tanto antes como después de la capitulación realista en Ayacucho, en 1824. Después de servir desde 1825 como capitán general de la Nueva Castilla, se le concedió el título de marqués de Viluma poco antes de su muerte, en 1830.
Autor: Jhon Fisher *
Nacido en Naval (Aragón) en el seno de una familia oriunda de Santander, el penúltimo virrey del Perú siguió una carrera militar convencional como oficial de artillería en España, ascendiendo desde el ínfimo rango de subteniente en 1778 (luego de tres años como alumno del Colegio de Artillería de Segovia) al de coronel en 1794; su servicio activo en la península comprendió la participación en 1782 en el infructuoso asedio de Gibraltar, y la campaña contra los franceses en Navarra y Guipúzcoa en 1793-1794. Su experiencia americana data de 1804, cuando llegó a Lima para reorganizar y comandar la artillería virreinal, un papel que involucraba establecer talleres para la fabricación y el mantenimiento de los cañones, así como el entrenamiento de la tropa. Profundamente hostil, al igual que Abascal, al régimen liberal de la España peninsular, en especial después de promulgarse la constitución de Cádiz en 1812, Pezuela se encontró a sí mismo en la posición algo paradójica de que, con el estallido de la rebelión abierta en el Alto Perú en 1810, se vio forzado a combatir los conatos revolucionarios en parte con la promesa de efectuar cambios constitucionales en el sistema imperial.
Ascendido a brigadier en 1811, recibió de Abascal el mando supremo del ejército del Alto Perú en abril de 1813, lo que le permitió concentrarse exclusivamente en soluciones militares y le consiguió victorias importantes en Vilcapugio y Ayohuma sobre la fuerza expedicionaria llevada desde Buenos Aires por Manuel Belgrano, y aún más decisivamente sobre José Rondeau en Viluma (en noviembre de 1815). Ascendido a mediados de 1816 para suceder al ya viejo Abascal (a sus 55 años, Pezuela era relativamente joven para lo que se acostumbraba en el Perú) en el mucho más difícil cargo de Virrey, que requería cualidades algo más sutiles de las que había mostrado durante su carrera militar, Pezuela tuvo dificultades no sólo para adaptarse a su nuevo papel sino también para hacer frente a problemas financieros y estratégicos cada vez más complejos.
Habiendo fracasado ya en 1817 al no enviar suficientes fuerzas con que defender a Chile de la expedición trasandina de José de San Martin-posiblemente debido a su preocupación por mantener una fuerte presencia militar en el Alto Perú-, también respondió letárgicamente en 1820, al desembarcar la expedición libertadora llegada desde Chile. Los factores que llevaron a su deposición como virrey en enero de 1821 a manos de los principales oficiales del ejército realista se examinan detalladamente en el capítulo 6 (Libro: El Perú Borbónico), y no hay necesidad de repetirlos aquí. Lo que sí es significativo es que la guerra de propaganda que él desatase contra La Serna no bien hubo llegado a Madrid, publicando una refutación de los cargos que se le habían hecho en Aznapuquio, dividió profundamente a la opinión pública en el Perú y España tanto antes como después de la capitulación realista en Ayacucho, en 1824. Después de servir desde 1825 como capitán general de la Nueva Castilla, se le concedió el título de marqués de Viluma poco antes de su muerte, en 1830.
* Fuente:
- FISHER, Jhon, El Perú Borbónico, IEP, Lima.
Etiquetas: BIOGRAFIAS, INDEPENDENCIA, VIRREINATO