martes, 29 de julio de 2008

EL VIRREY QUE RETRASÓ LA INDEPENDENCIA


Cuando España sufría la invasión y dominación napoleónica (1808 -1813), los criollos iniciaron movimientos separatistas en casi todo Hispanoamérica. La primera oleada revolucionaria patriota estuvo cerca de conseguir la independencia entre 1810 y 1814; sin embargo hubo un virrey del Perú que sofocó a sangre y fuego los gritos de libertad lanzados en el Alto Perú, Chile, Perú y Quito; incluso estuvo cerca de destruir la junta de gobierno patriota de Buenos Aires. Se trata de Fernando de Abascal y Souza, quien por su papel represor fue honrado por el rey Fernando VII de España con el título de "Marqués de la Concordia".

A continuación, una interesante reseña que encontramos en el libro El Perú Borbónico del historiador John Fisher.

FERNANDO DE ABASCAL (1743-1821) virrey del Perú entre 1806 y 1816
Autor: John Fisher *

Nativo de Oviedo, en el norte de España, Abascal siguió una carrera militar y visitó América por primera vez en 1767, como un oficial subalterno asignado a la guarnición de Puerto Rico. Después de servir en España, regresó a América con la expedición de 1776 al Río de la Plata, que tomó el puesto portugués de Sacramento, en la banda oriental del río, y estableció un nuevo virreinato gobernado desde Buenos Aires. Tras servir en Santo Domingo y La Habana, fue a Guadalajara (México) en 1799 como presidente de la Audiencia. Nombrado virrey del Río de la Plata, Abascal fue transferido al Perú antes de que pudiera asumir su cargo en Buenos Aires, pero las complicaciones producidas por la guerra retrasaron su arribo a Lima hasta 1806.

Su fama proviene principalmente de su firmeza al reprimir las conspiraciones contrarias a la persistencia del domino español en el Perú entre 1809 y 1810 (cuando sus pares en otras capitales virreinales tímidamente aceptaban las demandas de los revolucionarios criollos), y de haber preparado fuerzas expedicionarias con las que sofocar los tempranos movimientos independentistas de Chile, Ecuador y el Alto Perú. Un convencido realista y absolutista, Abascal obstaculizó la implementación en el Perú de la constitución de Cádiz de 1812. Aunque el Perú sufrió un trastorno entre 1814 y 1815 por una seria insurrección en el Cuzco, seguía siendo un bastión del fidelismo cuando Abascal se retiró a la península en 1816.

* Fuente:

- FISHER, John, El Perú Borbónico, IEP, Lima, 2000.

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sábado, 26 de julio de 2008

VIRREY JOAQUIN DE PEZUELA


JOAQUÍN DE PEZUELA, virrey del Perú entre 1816 y 1821

Autor: Jhon Fisher *

Nacido en Naval (Aragón) en el seno de una familia oriunda de Santander, el penúltimo virrey del Perú siguió una carrera militar convencional como oficial de artillería en España, ascendiendo desde el ínfimo rango de subteniente en 1778 (luego de tres años como alumno del Colegio de Artillería de Segovia) al de coronel en 1794; su servicio activo en la península comprendió la participación en 1782 en el infructuoso asedio de Gibraltar, y la campaña contra los franceses en Navarra y Guipúzcoa en 1793-1794. Su experiencia americana data de 1804, cuando llegó a Lima para reorganizar y comandar la artillería virreinal, un papel que involucraba establecer talleres para la fabricación y el mantenimiento de los cañones, así como el entrenamiento de la tropa. Profundamente hostil, al igual que Abascal, al régimen liberal de la España peninsular, en especial después de promulgarse la constitución de Cádiz en 1812, Pezuela se encontró a sí mismo en la posición algo paradójica de que, con el estallido de la rebelión abierta en el Alto Perú en 1810, se vio forzado a combatir los conatos revolucionarios en parte con la promesa de efectuar cambios constitucionales en el sistema imperial.

Ascendido a brigadier en 1811, recibió de Abascal el mando supremo del ejército del Alto Perú en abril de 1813, lo que le permitió concentrarse exclusivamente en soluciones militares y le consiguió victorias importantes en Vilcapugio y Ayohuma sobre la fuerza expedicionaria llevada desde Buenos Aires por Manuel Belgrano, y aún más decisivamente sobre José Rondeau en Viluma (en noviembre de 1815). Ascendido a mediados de 1816 para suceder al ya viejo Abascal (a sus 55 años, Pezuela era relativamente joven para lo que se acostumbraba en el Perú) en el mucho más difícil cargo de Virrey, que requería cualidades algo más sutiles de las que había mostrado durante su carrera militar, Pezuela tuvo dificultades no sólo para adaptarse a su nuevo papel sino también para hacer frente a problemas financieros y estratégicos cada vez más complejos.

Habiendo fracasado ya en 1817 al no enviar suficientes fuerzas con que defender a Chile de la expedición trasandina de José de San Martin-posiblemente debido a su preocupación por mantener una fuerte presencia militar en el Alto Perú-, también respondió letárgicamente en 1820, al desembarcar la expedición libertadora llegada desde Chile. Los factores que llevaron a su deposición como virrey en enero de 1821 a manos de los principales oficiales del ejército realista se examinan detalladamente en el capítulo 6 (Libro: El Perú Borbónico), y no hay necesidad de repetirlos aquí. Lo que sí es significativo es que la guerra de propaganda que él desatase contra La Serna no bien hubo llegado a Madrid, publicando una refutación de los cargos que se le habían hecho en Aznapuquio, dividió profundamente a la opinión pública en el Perú y España tanto antes como después de la capitulación realista en Ayacucho, en 1824. Después de servir desde 1825 como capitán general de la Nueva Castilla, se le concedió el título de marqués de Viluma poco antes de su muerte, en 1830.

* Fuente:

- FISHER, Jhon, El Perú Borbónico, IEP, Lima.

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lunes, 14 de julio de 2008

CORRIENTE LIBERTADORA DEL NORTE

RESEÑA BIOGRÁFICA DE SIMÓN BOLÍVAR

Percy Cayo Córdoba

Destacado militar y estadista, Simón Bolívar es sin duda una de las más grandes figuras de la historia americana. Sus dotes de estratega contribuyeron de manera decisiva para conseguir la libertad de Venezuela, Colombia, Ecuador, Panamá, Bolivia y Perú del domino español.

Nacido el 24 de julio de 1783 en Caracas, perdió a sus padres a temprana edad. A los 16 años, su tutor, Simón Rodríguez, lo envió a Europa, donde completó su instrucción.

A su regreso se unió al movimiento patriota que tomó Caracas, en 1810, y asumió un activo papel en la vida política como miembro de la Sociedad Patriótica que impulsó la independencia de Venezuela. Esta sería consolidada en 1813. Bolívar recibió el título de Libertador, abocándose entonces a la suprema tarea de la emancipación americana.

Tras un periodo en el exilio, en 1817 volvió al continente y se unió a la lucha por la independencia de Nueva Granada, que aseguró tras la batalla de Boyacá, el 6 de agosto de 1819. Luego de esta victoria proclamó la República de Colombia. En septiembre de 1823 llegó al Callao, y días después, por decisión del Congreso, asumió la conducción de la etapa final de lucha libertaria del Perú, que concluyó con los triunfos de Junín y Ayacucho en 1824. Meses después, dictó un decreto a favor de la creación de un nuevo Estado que, en su homenaje, es llamado Bolivia, separando el Alto Perú, del antiguo virreinato. El libertador murió el 17 de diciembre de 1830 en Santa Marta, Colombia.

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domingo, 13 de julio de 2008

BIOGRAFIA DE DIEGO DE ALMAGRO

Biografía de Diego de Almagro

Por Jorge Moreno *

Nació en la ciudad manchega de Almagro, de la que tomó el nombre porque era hijo ilegítimo de Juan de Montenegro y de Elvira Gutiérrez. Cuando el padre abandonó a la madre, esta, para evitar la vergüenza, se lo dio a una pariente quien lo crió hasta los cuatro años en que fue rescatado por el padre, que se había enterado de su existencia. Pero para su desventura, el padre falleció y él pasó a manos de un tío materno que lo vejó y maltrató tanto que el joven Diego huyó a buscar fortuna. Estuvo en Toledo, en donde problemas con la justicia lo animaron a partir a Sevilla para embarcarse en la escuadra de Pedrarias Dávila hacia el Nuevo Mundo.

Instalado en Panamá, se dio a conocer como soldado experto en el uso de la rodela y buen rastreador. Participó en varias campañas por la zona y fue allí donde conoció a Francisco Pizarro. Fundaron ambos una compañía a la que luego se le unió el clérigo Hernando de Luque. Fue Pizarro quien convenció a sus dos socios de emprender la mayor empresa de su sociedad: la conquista del país del oro de Levante, como se conocía entonces a lo que luego se llamaría Perú, quedando desde el principio bien definido el papel de cada cual en la iniciativa: Pizarro sería el jefe de la tropa, Almagro el reclutador de la misma y Luque el proveedor de los fondos. Y es aquí, en el principio de todo, donde se encuentran las circunstancias que luego alejarían a los viejos socios y amigos.

Fue en el primer viaje (1524) que Almagro perdió un ojo cuando salió detrás de Pizarro que se había adelantado y al que encontró en la playa de Chochama, y en la que este le ordenó que tornase a Panamá a conseguir más soldados. A su retorno, ante la decisión del gobernador Pedrarias de cancelar la empresa o de adjuntarle un capitán a Pizarro, Almagro consiguió para sí tal nombramiento lo que fue mal visto por todos. Dos capitanes para una misma empresa. Pero es durante las circunstancias del segundo viaje (en1526) que las cosas entre ambos empeoraron.

Ante la reiterada negativa de Pedrarias de continuar con la empresa, Pizarro decide viajar a España a tratar directamente con el rey. Almagro financia el viaje de su socio y solo pide para él nombramiento de adelantado. Cuando se firman las Capitulaciones de Toledo (1529), es Pizarro quien es nombrado Jefe de la expedición, gobernador y adelantado de las tierras por descubrir. Almagro ve una traición en la conducta del antiguo amigo y se distancia de él. Por insistencia de Luque, escucha las explicaciones del primero y son las mismas que él esgrimiera cuando obtuvo su nombramiento de capitán: la Corona era renuente a conceder el título de adelantado a quien no fuese gobernador, por lo cual, afirma Pizarro, acepta el nombramiento y así evitar nombramiento de un tercero en la empresa de ambos. Las cosas se aplacan y continúan juntos. Pero Pizarro regresa de España con compañía, con sus cuatro hermanos, lo que a Almagro le resultó sumamente molesto y a los que vio como advenedizos, lo cual a la postre resultó cierto, porque entre ellos estaba su futuro verdugo: Hernando Pizarro.

Enfrascado a su tarea de reclutador, Almagro no participa en la toma de Cajamarca y la captura del Inca (16 de noviembre de 1532). Más aún, llega tan tarde a ella que solo puede ver cómo se reparte el fabuloso rescate que había ofrecido el inca cautivo. "La actuación de Diego de Almagro en el tercer viaje - el decisivo en la conquista del Perú - fue tan definitiva como incolora", ha escrito José Antonio Del Busto, quien tal vez ha sido el que mejor ha escrito sin apasionamiento sobre su figura. Porque sin sus esfuerzos y trajines en Panamá como reclutador difícilmente se hubiera podido llevar a cabo la conquista. De ahí en adelante, la actuación de Almagro será tan errática como desafortunada.

Cuando las nuevas tierras conquistadas son divididas en dos gobernaciones para los socios, Nueva Castilla y Nueva Toledo, Almagro es nombrado Gobernador de esta última. La disputa por la ciudad del Cusco es la piedra de toque para el rompimiento final entre los viejos amigos y socios. Tratando de apaciguar la misma, Pizarro lo convence de emprender la conquista de Chile. Desengañado por no encontrar nada notable o valioso en su nueva jurisdicción, regresa al Cusco, que se hallaba sitiada por las huestes de Manco Inca, y se apodera de ella. Arresta a Hernando y Gonzalo Pizarro. Tratando de llegar a un acuerdo con Pizarro sobre la tenencia del Cusco, libera a Hernando para que concilie entre ellos un acuerdo. Pero Hernando regresa con hombres al Cusco y se enfrenta a Almagro en Las Salinas (6 de abril de 1538)), en donde es derrotado y hecho prisionero. Durante tres meses Hernando lo mantendrá en capilla, hasta que procesado por éste lo condena a la infamante pena del garrote, siendo ajusticiado el 8 de julio de 1538. Como último acto de su vida, Almagro nombra al rey de España heredero de sus bienes, con la esperanza de que estos no solo no caigan en manos de los Pizarro sino que, además, el monarca cobre venganza por la traición de la que se sabe víctima.

Raúl Porras, tan desafecto a Almagro por su apego a la figura de Pizarro, lo llama "fanfarrón, grosero y deslenguado". No tiene el más mínimo reparo en calificarlo de "un hombre manejado por otros, un espíritu subalterno". La toma del Cusco a la fuerza es una prueba de ello. Comparándolo con Pizarro, resulta concluyente: "El uno incita héroes, el otro soborna mercenarios". Tal pareciera ser que no le falta razón a sus palabras, por lo desacertado que fue en todas las decisiones que tomó. Pero si hay algo hay de cierto en su historia, es que Almagro fue el gran perdedor de la conquista del Perú. El primero en nuestra larga historia de perdedores.

* Fuente: Diario 
El Comercio

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