domingo, 13 de julio de 2008
BIOGRAFIA DE DIEGO DE ALMAGRO
Biografía de Diego de Almagro
Por Jorge Moreno *
Nació en la ciudad manchega de Almagro, de la que tomó el nombre porque era hijo ilegítimo de Juan de Montenegro y de Elvira Gutiérrez. Cuando el padre abandonó a la madre, esta, para evitar la vergüenza, se lo dio a una pariente quien lo crió hasta los cuatro años en que fue rescatado por el padre, que se había enterado de su existencia. Pero para su desventura, el padre falleció y él pasó a manos de un tío materno que lo vejó y maltrató tanto que el joven Diego huyó a buscar fortuna. Estuvo en Toledo, en donde problemas con la justicia lo animaron a partir a Sevilla para embarcarse en la escuadra de Pedrarias Dávila hacia el Nuevo Mundo.
Instalado en Panamá, se dio a conocer como soldado experto en el uso de la rodela y buen rastreador. Participó en varias campañas por la zona y fue allí donde conoció a Francisco Pizarro. Fundaron ambos una compañía a la que luego se le unió el clérigo Hernando de Luque. Fue Pizarro quien convenció a sus dos socios de emprender la mayor empresa de su sociedad: la conquista del país del oro de Levante, como se conocía entonces a lo que luego se llamaría Perú, quedando desde el principio bien definido el papel de cada cual en la iniciativa: Pizarro sería el jefe de la tropa, Almagro el reclutador de la misma y Luque el proveedor de los fondos. Y es aquí, en el principio de todo, donde se encuentran las circunstancias que luego alejarían a los viejos socios y amigos.
Fue en el primer viaje (1524) que Almagro perdió un ojo cuando salió detrás de Pizarro que se había adelantado y al que encontró en la playa de Chochama, y en la que este le ordenó que tornase a Panamá a conseguir más soldados. A su retorno, ante la decisión del gobernador Pedrarias de cancelar la empresa o de adjuntarle un capitán a Pizarro, Almagro consiguió para sí tal nombramiento lo que fue mal visto por todos. Dos capitanes para una misma empresa. Pero es durante las circunstancias del segundo viaje (en1526) que las cosas entre ambos empeoraron.
Ante la reiterada negativa de Pedrarias de continuar con la empresa, Pizarro decide viajar a España a tratar directamente con el rey. Almagro financia el viaje de su socio y solo pide para él nombramiento de adelantado. Cuando se firman las Capitulaciones de Toledo (1529), es Pizarro quien es nombrado Jefe de la expedición, gobernador y adelantado de las tierras por descubrir. Almagro ve una traición en la conducta del antiguo amigo y se distancia de él. Por insistencia de Luque, escucha las explicaciones del primero y son las mismas que él esgrimiera cuando obtuvo su nombramiento de capitán: la Corona era renuente a conceder el título de adelantado a quien no fuese gobernador, por lo cual, afirma Pizarro, acepta el nombramiento y así evitar nombramiento de un tercero en la empresa de ambos. Las cosas se aplacan y continúan juntos. Pero Pizarro regresa de España con compañía, con sus cuatro hermanos, lo que a Almagro le resultó sumamente molesto y a los que vio como advenedizos, lo cual a la postre resultó cierto, porque entre ellos estaba su futuro verdugo: Hernando Pizarro.
Enfrascado a su tarea de reclutador, Almagro no participa en la toma de Cajamarca y la captura del Inca (16 de noviembre de 1532). Más aún, llega tan tarde a ella que solo puede ver cómo se reparte el fabuloso rescate que había ofrecido el inca cautivo. "La actuación de Diego de Almagro en el tercer viaje - el decisivo en la conquista del Perú - fue tan definitiva como incolora", ha escrito José Antonio Del Busto, quien tal vez ha sido el que mejor ha escrito sin apasionamiento sobre su figura. Porque sin sus esfuerzos y trajines en Panamá como reclutador difícilmente se hubiera podido llevar a cabo la conquista. De ahí en adelante, la actuación de Almagro será tan errática como desafortunada.
Cuando las nuevas tierras conquistadas son divididas en dos gobernaciones para los socios, Nueva Castilla y Nueva Toledo, Almagro es nombrado Gobernador de esta última. La disputa por la ciudad del Cusco es la piedra de toque para el rompimiento final entre los viejos amigos y socios. Tratando de apaciguar la misma, Pizarro lo convence de emprender la conquista de Chile. Desengañado por no encontrar nada notable o valioso en su nueva jurisdicción, regresa al Cusco, que se hallaba sitiada por las huestes de Manco Inca, y se apodera de ella. Arresta a Hernando y Gonzalo Pizarro. Tratando de llegar a un acuerdo con Pizarro sobre la tenencia del Cusco, libera a Hernando para que concilie entre ellos un acuerdo. Pero Hernando regresa con hombres al Cusco y se enfrenta a Almagro en Las Salinas (6 de abril de 1538)), en donde es derrotado y hecho prisionero. Durante tres meses Hernando lo mantendrá en capilla, hasta que procesado por éste lo condena a la infamante pena del garrote, siendo ajusticiado el 8 de julio de 1538. Como último acto de su vida, Almagro nombra al rey de España heredero de sus bienes, con la esperanza de que estos no solo no caigan en manos de los Pizarro sino que, además, el monarca cobre venganza por la traición de la que se sabe víctima.
Raúl Porras, tan desafecto a Almagro por su apego a la figura de Pizarro, lo llama "fanfarrón, grosero y deslenguado". No tiene el más mínimo reparo en calificarlo de "un hombre manejado por otros, un espíritu subalterno". La toma del Cusco a la fuerza es una prueba de ello. Comparándolo con Pizarro, resulta concluyente: "El uno incita héroes, el otro soborna mercenarios". Tal pareciera ser que no le falta razón a sus palabras, por lo desacertado que fue en todas las decisiones que tomó. Pero si hay algo hay de cierto en su historia, es que Almagro fue el gran perdedor de la conquista del Perú. El primero en nuestra larga historia de perdedores.
Instalado en Panamá, se dio a conocer como soldado experto en el uso de la rodela y buen rastreador. Participó en varias campañas por la zona y fue allí donde conoció a Francisco Pizarro. Fundaron ambos una compañía a la que luego se le unió el clérigo Hernando de Luque. Fue Pizarro quien convenció a sus dos socios de emprender la mayor empresa de su sociedad: la conquista del país del oro de Levante, como se conocía entonces a lo que luego se llamaría Perú, quedando desde el principio bien definido el papel de cada cual en la iniciativa: Pizarro sería el jefe de la tropa, Almagro el reclutador de la misma y Luque el proveedor de los fondos. Y es aquí, en el principio de todo, donde se encuentran las circunstancias que luego alejarían a los viejos socios y amigos.
Fue en el primer viaje (1524) que Almagro perdió un ojo cuando salió detrás de Pizarro que se había adelantado y al que encontró en la playa de Chochama, y en la que este le ordenó que tornase a Panamá a conseguir más soldados. A su retorno, ante la decisión del gobernador Pedrarias de cancelar la empresa o de adjuntarle un capitán a Pizarro, Almagro consiguió para sí tal nombramiento lo que fue mal visto por todos. Dos capitanes para una misma empresa. Pero es durante las circunstancias del segundo viaje (en1526) que las cosas entre ambos empeoraron.
Ante la reiterada negativa de Pedrarias de continuar con la empresa, Pizarro decide viajar a España a tratar directamente con el rey. Almagro financia el viaje de su socio y solo pide para él nombramiento de adelantado. Cuando se firman las Capitulaciones de Toledo (1529), es Pizarro quien es nombrado Jefe de la expedición, gobernador y adelantado de las tierras por descubrir. Almagro ve una traición en la conducta del antiguo amigo y se distancia de él. Por insistencia de Luque, escucha las explicaciones del primero y son las mismas que él esgrimiera cuando obtuvo su nombramiento de capitán: la Corona era renuente a conceder el título de adelantado a quien no fuese gobernador, por lo cual, afirma Pizarro, acepta el nombramiento y así evitar nombramiento de un tercero en la empresa de ambos. Las cosas se aplacan y continúan juntos. Pero Pizarro regresa de España con compañía, con sus cuatro hermanos, lo que a Almagro le resultó sumamente molesto y a los que vio como advenedizos, lo cual a la postre resultó cierto, porque entre ellos estaba su futuro verdugo: Hernando Pizarro.
Enfrascado a su tarea de reclutador, Almagro no participa en la toma de Cajamarca y la captura del Inca (16 de noviembre de 1532). Más aún, llega tan tarde a ella que solo puede ver cómo se reparte el fabuloso rescate que había ofrecido el inca cautivo. "La actuación de Diego de Almagro en el tercer viaje - el decisivo en la conquista del Perú - fue tan definitiva como incolora", ha escrito José Antonio Del Busto, quien tal vez ha sido el que mejor ha escrito sin apasionamiento sobre su figura. Porque sin sus esfuerzos y trajines en Panamá como reclutador difícilmente se hubiera podido llevar a cabo la conquista. De ahí en adelante, la actuación de Almagro será tan errática como desafortunada.
Cuando las nuevas tierras conquistadas son divididas en dos gobernaciones para los socios, Nueva Castilla y Nueva Toledo, Almagro es nombrado Gobernador de esta última. La disputa por la ciudad del Cusco es la piedra de toque para el rompimiento final entre los viejos amigos y socios. Tratando de apaciguar la misma, Pizarro lo convence de emprender la conquista de Chile. Desengañado por no encontrar nada notable o valioso en su nueva jurisdicción, regresa al Cusco, que se hallaba sitiada por las huestes de Manco Inca, y se apodera de ella. Arresta a Hernando y Gonzalo Pizarro. Tratando de llegar a un acuerdo con Pizarro sobre la tenencia del Cusco, libera a Hernando para que concilie entre ellos un acuerdo. Pero Hernando regresa con hombres al Cusco y se enfrenta a Almagro en Las Salinas (6 de abril de 1538)), en donde es derrotado y hecho prisionero. Durante tres meses Hernando lo mantendrá en capilla, hasta que procesado por éste lo condena a la infamante pena del garrote, siendo ajusticiado el 8 de julio de 1538. Como último acto de su vida, Almagro nombra al rey de España heredero de sus bienes, con la esperanza de que estos no solo no caigan en manos de los Pizarro sino que, además, el monarca cobre venganza por la traición de la que se sabe víctima.
Raúl Porras, tan desafecto a Almagro por su apego a la figura de Pizarro, lo llama "fanfarrón, grosero y deslenguado". No tiene el más mínimo reparo en calificarlo de "un hombre manejado por otros, un espíritu subalterno". La toma del Cusco a la fuerza es una prueba de ello. Comparándolo con Pizarro, resulta concluyente: "El uno incita héroes, el otro soborna mercenarios". Tal pareciera ser que no le falta razón a sus palabras, por lo desacertado que fue en todas las decisiones que tomó. Pero si hay algo hay de cierto en su historia, es que Almagro fue el gran perdedor de la conquista del Perú. El primero en nuestra larga historia de perdedores.
* Fuente: Diario El Comercio
Etiquetas: BIOGRAFIAS, CONQUISTA ESPAÑOLA